lunes, 29 de abril de 2013


El creador del Día de Animal murió el Día del Animal

Ignacio Lucas Albarracín, sobrino de Sarmiento, creó la Sociedad Protectora de Animales en 1869. Inició campañas para terminar con las corridas de toros y la práctica del tiro a la paloma en el país. Logró, en 1885, que las frecuentes riñas de gallos dejaran de ser legales. Hasta convenció a Bartolomé Mitre de que se deshiciera de un bravo gallo reñidor invicto y que fuera vicepresidente de la Sociedad Protectora. Además, en 1908 Albarracín ideó el Día del Animal. Su intención era festejarlo con los estudiantes en el zoológico para lograr que tomaran conciencia del daño que podía causar en las especies por la estupidez humana.
Necesitaban definir un día para las celebraciones. Albarracín se reunió con el director del Zoo, Clemente Onelli. Decidieron que el gran festejo debía llevarse a cabo entre el 20 y 30 de abril. La propuesta fue criticada ya que muchos opinaban que ese día de fiesta para los estudiantes convendría trasladarlo a la primavera, con temperaturas más benignas para pasear por el zoológico y animales que no se recluyeran por el frío.
A pesar de las quejas, Albarracín y Onelli mantuvieron su postura. Los organizadores optaron celebrar el Día del Animal el miércoles 29 de abril. Todo estaba preparado para el gran festejo, pero debió suspenderse por lluvia. La nueva fecha, el 2 de mayo, sí pudo llevarse a cabo y el zoológico recibió a 15.000 estudiantes primarios en un día sin nubes. Asistieron el presidente Figueroa Alcorta y el intendente Manuel J. Güiraldes. El coro de la escuela Presidente Roca cantó un himno a la Naturaleza, se soltaron 500 palomas mensajeras y hasta una banda ejecutó el himno a Sarmiento.

Suele creerse que la fecha del Día del Animal está relacionada con la muerte de Albarracín

Albarracín y Onelli resolvieron que mantendrían todos los años la tradición del Día del Animal y que en lo sucesivo se respetaría el día que habían pensado en un principio, el 29 de abril. Albarracín tuvo la oportunidad de participar en varias de estas celebraciones hasta que murió en 1926, el mismísimo 29 de abril. Por eso, a veces suele creerse que la fecha del Día del Animal está relacionada con la muerte de Albarracín. Sólo fue una gran casualidad que partiera de esta vida en la fecha que se recordaba a sus protegidos. Si es que las casualidades existen.


El monumento a Colón

En tiempos del Centenario de la Revolución de Mayo, las naciones y las comunidades extranjeras en el país decidieron sumarse a los festejos a través de regalos monumentales: la Torre de los Ingleses (hoy “Torre Monumental”) ofrecida por los residentes británicos, el Monumento “Francia la Argentina” ubicado en Plaza Francia; el de O’Higgins, regalo de Chile; la Fuente “La riqueza agrícola argentina”, de Plaza Alemania; el de los Españoles, cuyo nombre oficial es “Monumento a la Carta Magna y las cuatro regiones argentinas”, “Los residentes sirios a la Nación Argentina en el Centenario”, que en un principio estuvo sobre una plazoleta en la avenida Alem y la actual Rojas (frente al hotel Sheraton), el “George Washington” que nos obsequiaron los estadounidenses arribados al país, el que donara la colectividad suiza, encabezada por la familia Soldati, que se denomina: “Argentina y Suiza unidas sobre el mundo” y el monumento de la colectividad austro-húngara, la magnífica “Torre Meteorológica” que ahora está en el Jardín Botánico, en Palermo. También se hicieron presente los italianos, quienes nos regalaron el monumento a Cristóbal Colón.
La colocación de la piedra fundamental de este monumento tuvo lugar en la mañana del 24 de mayo de 1910, es decir, en la jornada previa al día D de los festejos. El mencionado acto, que fue el más importante de los que organizó la comunidad italiana, se demoró porque el presidente José Figueroa Alcorta llegó tarde. Las autoridades del país europeo lo aguardaron sentados en sobrios sillones tapizados que se colocaron en el palco.
¿Quiénes financiaron la obra? Los mismos residentes italianos que había en todo el país. El mayor aporte lo hizo Antonio Devoto, exitoso comerciante que urbanizó tierras al oeste de la capital y bautizó con el nombre de Villa Devoto.
En ese tiempo, la monumental figura ya estaba siendo moldeada en Roma por el escultor florentino Arnoldo Zocchi, contratado por la comunidad italiana. Por cuestiones artísticas, económicas y burocráticas, la llegada del regalo demoró un tiempo. Recién en abril de 1921 arribaron al puerto de Buenos Aires los fragmentos. Zocchi (es quien vemos con lentes en el centro de la foto) viajó para dirigir el personalmente el montaje de las 40 toneladas de mármol.


En junio de 1921 se inauguró la obra, con la presencia del presidente, Hipólito Yrigoyen. El discurso central estuvo a cargo de Honorio Pueyrredon, el ministro de Relaciones Exteriores. Una multitud que acudió al acto. Recordemos que muchos de ellos hicieron un aporte en dinero, desde los potentados comerciantes hasta los más humildes inmigrantes. Al finalizar la inauguración, las autoridades marcharon a pie hasta la Casa Rosada. Pero la masa no pudo ser contenida por el cordón policial. Yrigoyen y sus ministros se vieron mezclados con la muchedumbre y tardaron media hora en llegar a la Casa de Gobierno.
Las semanas siguientes, la visita al monumento a Cristóbal Colón se convirtió en uno de los paseos preferidos de los porteños.

HABIA OTRA ARGENTINA

Había una vez una Patria donde ocurrían hechos como estos:
-En cuanto asumió como vocal en la Primera Junta, Manuel Belgrano renunció a su importante sueldo. Tres años después, donó para el equipamiento de cuatro escuelas el abultado premio económico que se le condeció por la victoria de Salta.
-Los integrantes del Primer Triunvirato. Juan José Paso, Manuel de Sarratea y Feliciano Chiclana también resolvieron ceder sus sueldos al Estado.
-Mientras organizaba el Ejército de los Andes, José de San Martín rechazó la parte del sueldo que debía pagarle el Cabildo de Mendoza. Más adelante, el Cabildo de Santiago de Chile le entregó una suma de dinero para gastos de viaje y el Libertador lo cedió para la creación de una biblioteca pública en aquella ciudad.
-Un astillero británico que había obtenido licitaciones para proveer a la Armada Argentina envió a Buenos Aires una lancha a vapor desmontada, con la aclaración de que era un regalo personal para el presidente Domingo Faustino Sarmiento. De inmediato, el sanjuanino la incorporó al patrimonio de la Nación.
-Durante las dos presidencias, Hipólito Yrigoyen cedió su sueldos a la beneficencia pública.
-Un cercano colaborador del presidente Marcelo T. de Alvear le informó que habían sobrepasado en 500 mil pesos el presupuesto para atender festejos y agasajos por las visitas del príncipe de Gales, el de Saboya y el maharajá de Kapurthala. Alvear llamó a su contador y lo instruyó para que se hiciera cargo de la cuenta porque consideraba que los impuestos no debían solventar aquellos excesivos gastos.
-Por problemas con su vista, el doctor Guillermo Rawson (ex senador, ex ministro) recibió una pensión del gobierno, ya que no podía ejercer más como médico. Como consideró que no necesitaba el total, donó una parte para instituir un premio médico.
-En 1956, el escritor Eduardo Mallea, representante argentino ante la Unesco, rechazó todas las remesas asignadas por gastos de representación. Alegaba que con su sueldo le bastaba para atender las cuestiones del protocolo.
-Alfredo Palacios también recibió sueldos de embajador. En una carta, pidió a un amigo íntimo que, en caso de que algo le ocurriera, se ocupara de su cuenta bancaria donde tenía depositados 15 mil dólares. El amigo debía entregar 5 mil a las hermanas de Palacios y devolver 10 mil a la Cancillería. “No he querido hacer uso de ese dinero que me parece excesivo para un hombre de tan pocas necesidades como yo”, le escribió.
-Al morir Enrique Mosconi, fundador de YPF, en su única cuenta bancaria había apenas 9 pesos y 50 centavos.