EL OTRO SAN MARTIN
El 20 de octubre de 1580, en un rancho que hacía las veces de Cabildo (y ocupaba el mismo lugar que el histórico Cabildo porteño) se reunieron las autoridades de Buenos Aires para elegir por sorteo el santo patrono de la ciudad. El gobernador Juan de Garay, el alcalde Rodrigo Ortiz de Zárate, el escribano Pedro Fernández y los vecinos Hernando de Mendoza, Pedro de Quirós, Diego de Olavarrieta, Antonio Bermúdez, Luis Gaytán y Alonso de Escobar participaron en el acto.
En el casco de un arcabucero echaron los trozos de pergamino con los nombres de los santos. La tradición sostiene que cuando el azar les ofreció el nombre de San Martín de Tours, la decepción fue general. ¡Justo ellos iban a aceptar un hijo de Francia como patrón! El nombre del santo volvió a la bolsa. Se inició un nuevo sorteo. El escribano Fernández leyó el nuevo resultado: ¡Otra vez San Martín de Tours! No iba a ganarles el francés a este grupo de empecinados aventureros. El primer fraude electoral de la historia del Río de la Plata acababa de consumarse y nadie objetó un nuevo intento. Pero, en este caso, no hubo dos sin tres: el papel con el nombre de San Martín de Tours volvió a salir y, con resignación y fastidio, los pobladores acataron una decisión que, por lo visto, sonaba a mandato del cielo.
Los 11 de noviembre -día de San Martín de Tours- era una jornada de celebración en Buenos Aires, con procesiones, misas, corridas de toros, sorteos y bailes.
El Patrono tuvo su calle: pasaba por el costado de la Catedral. Hasta que en 1902, el intendente Adolfo Bullrich dispuso que seguiría llamándose San Martín, pero dejaba de ser un homenaje al santo, para convertirse en un tributo a José, el Padre de la Patria.
El santo, recuperó su lugar en la nomenclatura en Barrio Parque o Palermo Chico, cuando se le dio su su nombre a una de sus paquetísimas calles.
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