jueves, 11 de octubre de 2012






Las Nereidas



   En 1901 Lola Mora ofreció a la ciudad de Buenos Aires una fuente artística, por la que no cobraría honorarios, para mostrar los frutos de un aprendizaje que su país había financiado. El intendente Adolfo Bullrich aceptó la oferta, y hasta prometió el emplazamiento de la obra en la Plaza de Mayo, tal vez convencido de que una mujer jamás sería capaz de esculpir semejante monumento, y que la fuente ofrecida nunca dejaría de ser sólo un boceto.
   Lola Mora trabajó tenazmente en su casa-atelier de Roma durante un año, montada en caballetes o escaleras, cantando vidalas al ritmo de los golpes de cincel y restándole horas al sueño. Era famosa la distinción de sus vestidos de encaje y sus elegantes sombreros en las reuniones sociales; pero para trabajar vestía amplios pantalones, blusas de seda cruda, pañuelo bordado al cuello y una boina que apenas lograba retener su indomable cabellera negra, por la que su amigo poeta Gabriel D’Annunzio la bautizó como “la argentinita de los cabellos peinados por el viento”.
   Embarcada en Génova, en el vapor “Toscana”, la fuente llegó a Buenos Aires en septiembre de 1902. Lola Mora se disponía a ensamblarla en la Plaza de Mayo cuando un huracán de escándalos abatió su entusiasmo. “¿Dónde se ha visto una mujer escultora, si sólo los varones tienen fuerza para golpear la piedra? ¿Habrá sido ella la verdadera autora de la obra? ¿Qué tiene que ver con la historia argentina una fuente inspirada en la mitología griega? ¿Qué pretende esta tucumana con semejante exposición de figuras tan humanas, tan sensuales, tan desnudas?”. Descartada la Plaza de Mayo por su vecindad con la Catedral, durante meses se debatió cuál sería el mejor emplazamiento para esta fuente “escandalosa e inmoral”. Se propuso llevarla a Mataderos, al Parque Patricios o a cualquier otra periferia de la ciudad, donde sólo fuera vista por compadritos y orilleros, lejos de los ojos pudorosos de los ciudadanos honorables.
   Finalmente –por gestión del general Bartolomé Mitre– la obra fue inaugurada el 21 de mayo de 1903 en la intersección del Paseo de Julio (hoy Leandro N. Alem) entre Cangallo (Perón) y Piedad (Sarmiento), en un acto oficial opaco, pero con la concurrencia de un público numeroso y entusiasta, que no parecía escandalizarse tanto. Las voces de escándolo y moral seguían vigentes por eso, en 1918, durante la intendencia del Dr. Joaquín Llambías, la fuente fue trasladada al recientemente inaugurado Balneario de la Costanera Sur, realzando la elegancia del romántico paseo. Fue la propia Lola Mora quien dirigió el traslado y reemplazamiento de su obra, haciéndose cargo personalmente de los costos (deuda que la Municipalidad saldaría 14 años después).
Ubicación: Espigón de la costanera sur - Av. Rawson de Delepiane y Av. Tristán Achaval Rodríguez

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