Las dos Justicias
En julio de 1902 se sancionó la ley que estableció la construcción del Palacio de Justicia. La obra demandó décadas, pero fue habilitándose -inauguraciones mediante- por sectores.
Al comienzo, se determinó que una figura escultórica que representara a la Justicia debía colocarse en el principal ingreso del edificio. Se encargó la misma al artista Rogelio Yrurtia, quien en 1905 diseñó una figura femenina novedosa: sin la cláisca balanza en sus manos ni los ojos vendados. En cambio,estiraba los brazos hacia adelante en forma paralela y colocaba las palmas hacia abajo, dando la sensación de protección y misericordia.
Algo falló. Porque la obra quedó en boceto. Tal vez porque no gustó la innovación, tal vez porque no se destinaron los fondos para que el escultor continuara el proyecto. Tal vez, por ambas cosas. Lo cierto es que la dama de los brazos extendidos quedó varada en el taller de Yrurtia, mientras que un busto de San Martín pasó a ocupar el espacio central del edificio público.
Pasaron tres décadas. En 1938, La Justicia formó parte de la Exposición Nacional de Bellas Artes, en el Palais de Glace, y el doctor Carlos Delcasse (gran amigo del escultor y dueño de la célebre Casa del Ángel, en la calle Cuba del barrio de Belgrano), decidió aprovecharse de la desidia oficial: la compró y le pidió que la la colocara en su bóveda, en el cementerio de Olivos.
Así se hizo. Bajo la supervisión de Yrturtia y del mismísimo Delcasse, se montó la obra en la necrópolis. El propietario murió tres años después y fue a ocupar su lugar predeterminado. Por sucesiones y donaciones hoy es administrada por el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires.
En 1959, con la autorización de los herederos del escultor, una copia de La Justicia fue emplazada en la entrada del Palacio, en Tribunales.
La copia terminó ocupando el lugar que cincuenta años atrás había sido destinado para la obra original.
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