jueves, 10 de mayo de 2012

EL CAFÉ TORTONI EL PRIMERO EN COLOCAR MESAS Y SILLAS EN LAS VEREDAS




CAFÉ TORTONI

En la Avenida de Mayo recién construida, se autorizó a colocar mesas y sillas en los espacios públicos de las veredas. El 20 de octubre de 1894 el café Tortoni, fue el primero en ocupar la acera, colocando mesas y sillas del lado del cordón, dejando libre el espacio entre las mesas y la línea municipal.

El Café Tortoni es el más antiguo de Argentina y constituye el paradigma del café porteño. Entre los cafés tradicionales de Monserrat sobresale, nacido en 1858, en la calle Defensa al 200Su fundador fue Monsieur Touan. Luego se trasladó a Esmeralda frente a la Asistencia Pública, donde estuvo por espacio de 20 años hasta que pasó a Rivadavia 832.
 Poco después se mudó al local de Rivadavia 826. En 1880 se construyó un nuevo edificio en la manzana de enfrente. La decisión del intendente Torcuato de Alvear de abrir la primera avenida de la ciudad apuró el nuevo cambio del Tortoni; era necesario construir una nueva entrada sobre lo que sería la Avenida de Mayo. Y en 1893, el café abrió sus puertas en Avda. de Mayo 829.
  




Fue el primer bar de la ciudad en colocar sillas y mesas en las veredas.


 El Tortoni abrió sus puertas en 1858 y es el más antiguo de la ciudad. A principio del siglo pasado, el local era frecuentado por importantes artistas e intelectuales argentinos y europeos. Es el recuerdo de aquella etapa de extraordinario progreso económico, social y cultural que colocó a Argentina a la cabeza de los países del continente y la convirtieron en un poderoso foco de atracción para la emigración europea hacia Latinoamérica y la gran metrópolis bonaerense se convirtió en una de las más prósperas y cultas capitales mundiales.


Jean Touan hacia 1879 se lo vendió a su familiar y compatriota, Monsieur Celestino Curutchet. Este singular hombre, favorecedor de eventos culturales, era quien lo regenteaba hacia 1920, aunque en virtud de la avanzada edad del empresario (noventa y dos años), la dirección del local fue recayendo en sus hijos mayores: Mauricio y Pedro Alejo. En 1925 falleció Celestino y un año después se produjo la inesperada muerte de Mauricio, detrás del mostrador, hechos que influyeron para que la familia tomara la decisión de vender el café a la firma Rey Hnos. y Pego”.

Los Hnos Rey se retiran en 1943 de la conducción del negocio de Av. de Mayo 829, y en pocos años se producen varios cambios de dueño: González Alvarez (1943), Prieto, Devesa, Díaz y Cía. (1948), Eduardo García y E. Pérez. (1950), Estévez - Llanos y Cía. (1954). Si bien todos ellos intentaron la vigencia y rentabilidad del negocio, los constantes cambios de firmas y las crisis recurrentes provocaron la acumulación del pasivo y hasta cierto punto el decaimiento del movimiento cultural que fue característico hasta mediados de la década del 40. La nueva sociedad “Gran Café Tortoni SRL” inició su actividad el 1 de noviembre de 1956 como producto de la unión de esfuerzos de veinte personas que pensaron en devolverle al tradicional café el prestigio ganado por su historia. Además primó la idea de pensar en el largo plazo, reinstalando la alianza espacio - tiempo - cultura y promoviendo sus salones a tal fin.

Los accionistas surgieron de dos grupos: antiguos mozos y un conjunto de empresarios, algunos de los cuales habían tenido experiencia en el rubro en importantes establecimientos gastronómicos. Varios de los mozos: Yaco Alboher, Benjamín Rodríguez, Raúl Cardozo y Joaquín Arias, siguieron en actividad, siendo a la vez accionistas, con el aporte de las indemnizaciones cobradas a la empresa saliente.

 
El 25 de mayo de 1926 se fundó la "Peña del Tortoni", que le dio brillo y mística al lugar, y lo hizo punto de reunión de grandes personalidades. Las reuniones de la peña duraron hasta 1943; así y todo, las actividades culturales continuaron y hoy en día se organizan espectáculos de tango y jazz, y se recitan poesías y fragmentos literarios que incluyen charlas y debates. La caja registradora todavía ocupa su lugar, aunque solo sea un elemento decorativo. Entre los clásicos del Tortoni están la leche merengada (la copa tradicional es un helado con crema, claras de huevo batidas a nieve y canela); la cerveza y la sidra "tiradas" y el chocolate con churros, en invierno.


 En su interior se distribuyen unas cien mesas de roble y mármol veteado en verde y blanco junto con sillones y sillas de roble y cuero. En sus paredes cuelgan dibujos y pinturas de artistas célebres como Benito Quinquela Martín y Aldo Severi. En el subsuelo del bar está lo que se conoce como “La Bodega”, un lugar dedicado a conciertos y espectáculos musicales que en algún momento fue el punto de encuentro de la famosa Peña del Tortoni.



En una de las pequeñas salas antes estaba la peluquería, hoy es conocida como el salón “César Tiempo”. Allí todavía se mantienen los sillones y los espejos de aquellos años donde los hombres se cortaban el pelo y se afeitaban la barba.  Según cuenta Roberto Fanego, su gerente, actualmente es una especie de biblioteca con más de 1.000 libros que tratan sobre la historia de Buenos Aires. Entre cortinas color bordó se esconde la otra sala, la “Alfonsina Storni”, conocida en otra época como el Salón para Familia. Es que para el Tortoni, esta escritora fue una mujer con agallas decidida a incursionar en un café para hombres y dialogar, por aquellos años, con escritores como Bioy Casares, García Lorca o Jorge Luis Borges.

Apertura de la línea "A" de subterráneos en la Avenida de Mayo-  
En los bajos del edificio de en medio se observa el Café Tortoni, uno de los más emblemáticos de la ciudad.


Para ellos llegó la primera máquina de hacer café express, más tarde la vajilla importada de Francia. Por su puerta entró un día el gran Pirandello, aquella noche cantó Carlos Gardel para el gran siciliano.  A fines del siglo, el bar fue adquirido por otro francés: don Celestino Curutchet, que fue el anfitrión del local hasta 1927.


Su nombre fue adoptado por su dueño, un inmigrante francés de apellido Touan, copiando el de un bar parisino. En el techo del salón resaltan imponentes vitreaux. En el salón denominado La Bodega, ubicado en el subsuelo del bar, desarrolló sus actividades entre 1926 y 1943 la famosa Peña del Tortoni, un espacio de reflexión conformado por gente de la cultura y la política, por donde pasaron a leer sus poemas o entonar canciones los más renombrados artistas de la época. Entre las personalidades que concurrieron a la Peña figuran Baldomero Fernández Moreno, Alfonsina Storni, Carlos Gardel, el ex presidente Marcelo T. de Alvear, César Tiempo, José Ortega y Gasset, Lola Membrives y Leopoldo Marechal. Una de las especialidades de la casa con la que suelen deleitarse los visitantes es la leche merengada, compuesta por helado de crema, leche, azúcar, claras de huevo batidas a nieve y canela.


Nació en una época de profundas transformaciones sociales. A diario llegaban centenares de inmigrantes europeos y del interior del país; Buenos Aires permanecía, entonces, separada del resto de la Confederación Argentina.Buenos Aires ya formaba parte del resto del país y se hablan sucedido vanas presidencias, entre ellas las de Sarmiento y Avellaneda con el consiguiente desarrollo urbano, el crecimiento de los ferrocarriles y las Universidades. Se consolidaron los partidos políticos mayoritarios y Buenos Aires perdió su fisonomía de gran aldea para convertirse en una ciudad moderna.


El Tortoni es el paradigma del café porteño. Su interior se destaca por su fina boiserie y sus mesas de roble y mármol verde.

Entre las mesas, pesimista, con dolor de vida y muerte, caminaba hasta el piano, donde acostumbraba a recitar sus poemas, Alfonsina Storni¡. La sanjuanina supo ser parte de la cultura argentina y enriquecerla hasta el oscuro día de 1938 en que decidió internarse en el mar para apagar su ansiedad.


LA FAMA Y EL ABANDONO
El Tortoni ha permanecido inmutable, pero los tiempos y los clientes son otros. Resulta difícil, un sábado por la tarde, encontrar argentinos en el café: tanto dentro como fuera los extranjeros filman y fotografían, con gran avidez, cuanta placa conmemorativa y obra de arte encuentran. Según ellos - aún para los españoles que poseen un café tradicional en su país - “El Tortoni no tiene comparación con ningún otro".

La peña contó con la presencia de importantes figuras: Juan de Dios Filiberto, González Tuñón, Luigi Pirandello, Carlos Gardel, entre otros. En ella se leyeron poemas, se cantó, se dieron conferencias y se bailó el tango hasta el 19 de octubre de 1943 cuando fue cerrada.


Las obras de arte que se exhiben han sido donadas por personalidades o por familiares que tuvieron algo que ver con la historia y la grandeza del Tortoni. En la sala Alfonsina Storni se realizan recitales de poesía y se exponen y venden cuadros de artistas que recién ingresan al mercado del arte.


La bodega ha sido habilitada nuevamente. Se dan espectáculos de jazz, de tango y se organizan otras actividades que sostienen la fama del café. Los habitúes siguen jugando al ajedrez, al backgammon, o al billar en su típico salón, como en las primeras épocas del café.



 
En la Avenida de Mayo recién construida, se autorizó a colocar mesas y sillas en los espacios públicos de las veredas. El 20 de octubre de 1894 el café Tortoni, fue el primero en ocupar la acera, colocando mesas y sillas del lado del cordón, dejando libre el espacio entre las mesas y la línea municipal.




  El edificio era propiedad de la Sra Concepción Unzue de Casares, que lo cedió a un sobrino, el que al poco tiempo decidió rematarlo. La nueva fachada es obra del arquitecto Alejandro Christophersen.
       
  Cruzando por dentro del café, para salir a Rivadavia, se puede llegar hasta la plaza Roberto Arlt, que ocupa el lugar donde estuviera un antiguo edificio de asistencia pública; una placa recordatoria testimonia que allí vivió y murió en 1939 el Dr. Lisandro de la Torre.

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