UNA CALLE PELIGROSA
El nuevo arranque de "la Avenida", a partir de la 9 de Julio, se destaca por un monumento emplazado en una plazoleta lateral y que recuerda la imagen del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, personaje central de la monumental obra de Miguel de Cervantes Saavedra.
En ese mismo lugar, pero en el siglo pasado, se encontraba la desembocadura de la antigua Calle del Pecado, desaparecida producto del ensanche otorgado a la avenida 9 de Julio. Allí, y a medida que las casas de antiguas familias patricias eran abandonadas por sus moradores, comenzaron instalarse las tradicionales "pulperías", especie de bares donde los gauchos, los negros y el paisanaje de las clases mas humildes iban a entretenerse y tomar bebidas alcohólicas. Empezó así a convertirse la zona en lugar para "malevos y cuchilleros", personajes tan típicos de nuestro tango y de muchas referencias en la literatura borgiana. Por ese entonces, dado el valor que adquirió el barrio, muchos palacetes fueron convertidos en verdaderos "conventillos", vivienda social improvisada sobre las antiguas casonas de la aristocracia porteña donde cada habitación era ocupada por una familia. De esta forma, los propietarios obtenían suculentas ganancias con el alquiler de cuartos donde cientos de italianos, españoles, polacos y pobres inmigrantes de todo el mundo, iniciaban la dura tarea de hacerse de un espacio en la República Argentina. En el año 1871, la Calle del Pecado fue uno de los centros donde la epidemia de fiebre amarilla mas golpeó a los ciudadanos de Buenos Aires. La historia recuerda que los muertos llegaron a contarse en 300 por día, dejando a la ciudad con 14.000 habitantes menos cuando las autoridades sanitarias lograron controlar la peste, cuatro meses después de su llegada. Gran parte de los hospitales de Buenos Aires, tal como el Argerich y el Durand, recuerdan a sacrificados médicos que lucharon y perecieron en aquella brutal epidemia. De todo aquello sobrevive poco pues, de la Calle del Pecado, queda una linea de plazoletas producto del mencionado ensanche y las "pulpulerías" fueron reemplazadas por un espantoso e irracional edificio del Ministerio de Obras Públicas. Sólo algunos pocos "conventillos" quedan en pie, solo que ahora la masa inmigratoria europea fue reemplazada por familias del interior del país o de países vecinos como Bolivia, Perú y Paraguay, llegados a estas tierras con los mismos sueños de aquellos italianos y españoles...
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sábado, 5 de mayo de 2012
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